La misofonía, que literalmente significa “odio a los sonidos”, es una condición en la que los sonidos cotidianos comunes, como los sonidos de alguien comiendo, bebiendo agua o incluso respirando, causan una incomodidad extrema a la persona afectada. Dado que estos sonidos “desencadenantes” son habituales en situaciones sociales, quienes padecen misofonía evitan situaciones como las reuniones familiares o el uso del transporte público. En nuestro laboratorio de la Universidad de Iowa trabajamos para comprender el mecanismo cerebral de la misofonía.
En 2017 demostramos que una parte del cerebro llamada ínsula anterior, que se sabe que está involucrada en el procesamiento de las emociones, se activa fuertemente cuando las personas que sufren de misofonía escuchan los sonidos desencadenantes. Por otro lado, es interesante notar que la parte del cerebro que procesa los sonidos (corteza auditiva) funciona normalmente en pacientes con misofonía. En nuestro trabajo más reciente publicado en 2021, afirmamos que la misofonía no es un trastorno del procesamiento del sonido per se, sino que está relacionada con la forma en que procesamos las señales visuales y auditivas de otras personas.
El mensaje general de las imágenes cerebrales es que la “anomalía” en la misofonía no reside en la parte del cerebro que procesa los sonidos, sino en las partes del cerebro que interpretan y dan un “sentido” a los sonidos. Esperamos que estos resultados de nuestro trabajo ayuden a desarrollar tratamientos/terapias aún más efectivos para la misofonía en el futuro. Prof. Sukhbinder Kumar